Decirle a una persona que está muriendo es uno de los actos más difíciles y, a la vez, más humanos que existen. No se trata solo de dar una mala noticia, sino de acompañar a alguien a prepararse para su partida con dignidad, verdad y afecto.
Para ello, se requiere revisar algunos principios, entre ellos verificar si quiere saber, preguntando “¿Quieres que hablemos con claridad sobre tu salud y lo que viene?”, “¿Prefieres que te expliquemos todo o que lo maneje tu familia?”. Recuerda que no todos quieren saber la verdad completa. Para hacer estas preguntas elige un lugar tranquilo y sin interrupciones, habla con claridad, pero con humanidad y evita tecnicismos, usando estas frases: “Tenemos resultados que muestran que la enfermedad ha avanzado, y lamentablemente, ya no es posible curarla”, “En este momento, lo más importante es asegurarnos de que estés cómodo/a, sin dolor, y rodeado/a de lo que te dé paz”, “Queremos acompañarte en lo que viene, cuidarte y respetar tus deseos”.
Valida sus emociones y escucha, deja espacio para el silencio, el llanto o la negación, permite expresiones de dolor, confusión, ira, y responde con empatía, por ejemplo “Todo lo que sienten es válido”, “Estamos aquí para apoyarlos también a ustedes”, “Sé que esto es muy duro. Estoy aquí para lo que necesites”, “Puedes hablar de lo que quieras, o simplemente estar”.
Habla de forma progresiva o sea si el paciente no quiere saber todo de golpe, puedes dosificar la información en varias conversaciones, respetando su ritmo.
Ahora bien y si el paciente no lo sospecha o dice “Ya sé que esto no va a mejorar…”, “¿Cuánto tiempo me queda?”. En esos casos, lo mejor es no mentir ni dar falsas esperanzas, pero sí responder con cuidado: “No sabemos exactamente cuánto tiempo hay, pero vamos a hacer todo lo posible para que ese tiempo tenga calidad, calma y dignidad”, “Tu enfermedad está avanzando. En vez de enfocarnos en curar, ahora queremos enfocarnos en aliviar y acompañar”.
Reúne a los familiares clave, busca un momento tranquilo y un lugar privado. Si es posible, reúne a todos los involucrados para dar la información una sola vez, evitando malentendidos. Comunicar a los familiares y amigos que un ser querido está muriendo requiere tanto tacto como franqueza. A menudo, son ellos quienes toman decisiones, enfrentan emociones intensas y necesitan guía para acompañar al paciente. Evalúa qué saben y qué desean saber, comienza con una pregunta abierta: “¿Qué han notado o qué saben ustedes sobre el estado de salud de su familiar?”. Esto te permite adaptar la conversación a su nivel de comprensión y preparación emocional.
Da la información con claridad y compasión, usa un lenguaje claro, sin tecnicismos, sin brutalidad, pero con la verdad: “Lamentablemente, su condición ha seguido empeorando a pesar de los tratamientos”, “Estamos llegando a un momento en el que ya no podemos detener la enfermedad”,
“Estamos hablando de un tiempo de vida limitado, probablemente días o semanas”.
Enfoca en lo que sí se puede hacer, “Ya no podemos cambiar el curso de la enfermedad, pero sí podemos asegurar que esté cómodo, sin dolor, acompañado y en paz”. Habla del cuidado paliativo o del acompañamiento en casa u hospital para el control de síntomas, apoyo emocional y espiritual y el cuidado digno hasta el final.
Ayuda a preparar el momento del adiós, invítalos a estar presentes si el paciente lo desea, decir palabras significativas, resolver asuntos pendientes (si el tiempo lo permite). A veces, cosas tan simples como decir ‘gracias’, ‘perdón’, ‘te amo’ o ‘estoy aquí’ pueden ser muy poderosas.
¿Y si la familia no quiere que se le diga?, para que no sufra o se asuste, recordemos que el paciente tiene derecho a saber, si así lo desea. Ocultar la verdad puede generar desconfianza y angustia innecesaria. Puedes dialogar con la familia así: “Entiendo su preocupación. Pero muchas veces, los pacientes saben o intuyen lo que pasa, y merecen poder expresar sus deseos o despedirse”.
Frases útiles: “No estás solo. Vamos a estar contigo en todo momento”, “Tu vida sigue teniendo mucho valor, incluso en esta etapa”, “Si hay cosas que quisieras decir, hacer o arreglar, podemos ayudarte”, “Estoy aquí para escucharte. No estás obligado a ser fuerte todo el tiempo”.
Aclara qué esperar en los últimos días u horas como cambios en la respiración, pérdida del apetito o del habla, confusión o somnolencia. Estos son cambios normales en el proceso de morir. No significan sufrimiento, y estaremos al tanto de cada síntoma. Contribuyamos a una muerte digna, no los dejemos solos.